DeGiacomo. 12/16/2015
Homilía para la Virgen de Guadalupe basada en Lucás 1: 39-45
“Bendita tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor.” Desde la infancia María debió sentir que ella era especial para Dios. Sin duda ella había confiado esto a Isabel antes de la visita del Ángel Gabriel. ¿Probablemente Isabel, un pariente mayor de edad con mucha sabiduría, la animó en su vida con Dios? Finalmente, el Ángel Gabriel se le apareció y anunció la misión que Dios tenía para María. Ella daría a luz al Niño Jesús. ¡No es extraño que María quería estar con Isabel para hablar de esto! Necesitaba hablar. Ella necesitaba oír a su prima repetir las palabras del Ángel Gabriel: No temas!
Funciona de esta manera con nosotros, también, ¿no? Tenemos la sensación de que Dios nos está llamando a algo. Oramos – como lo hizo María. Seguimos en la fe – como lo hizo María. Dios va a esclarecer todo con el pasar del tiempo. Confiamos en que la palabra de Dios se cumplirá para nosotros. Nuestra Señora de Guadalupe está con nosotros, sus queridos, hijitos. Lo que le dijo a San Juan Diego, ella nos dice a nosotros. No tengas miedo, mi querido hijito. Yo, tu Madre, estoy aquí. Confiamos en ella y en su Hijo. Seguimos en la fe. Entonces, alentamos a otros – especialmente a nuestros niños, a nuestros hijos, ¿no? Virgen de Guadalupe, ruega por nosotros – ahora, en el futuro, y en la hora de nuestra muerte. Amén.