Josué 5: 9, 10-12; Cor 5: 17-21; Lucas 15: 1-3, 11-31
En esta parábola el hijo menor lo desperdicia todo. Oímos: “Se encontró en una necesidad extrema” una vez que gasta su herencia. Sentir una necesidad extrema lo lleva a sus sentidos. Había disfrutado las cosas del mundo, y ahora está vacío. Recuerda quién es, el hijo de un padre. Este padre es una imagen de Dios.
Tú y yo también podemos olvidar que pertenecemos a Dios. Podemos perder nuestro camino, queriendo poseer las cosas del mundo. El hijo menor llega a reconocer su error. Se “vuelve” al padre. “Reflexionando, el joven dijo: ‘Me levantaré e iré con mi padre'”. Y el padre sale corriendo a recibirlo.
Cuando nos alejamos y nos perdemos en el mundo, Dios está encantado de vernos volver a casa. Jesús está presentando en el padre un símbolo del amor y la reconciliación de su Padre, del cual habla Pablo. Pero note que la persona debe dar los primeros pasos: se da cuenta de su error, decide regresar y luego regresa. El Dios lujoso siempre está esperando. Para eso es el Sacramento de la Penitencia.
Hoy en día, el color más claro, el altar con velas y flores, ofrecen una vista previa de nuestro próximo banquete de Pascua. El amor generoso de Dios nos espera. Todo lo que necesitamos hacer es levantarnos y regresar a la casa del Padre.